Espero que este poema en prosa te pueda curar.

Sacar a pasear un caracol

Dios me dio la tarea de sacar a pasear un caracol. No puedo ir demasiado rápido. El caracol ha hecho todo lo posible para gatear. ¿Por qué siempre es un poquito?

Lo insté, fanfarroneé, lo culpé, el caracol me miró con ojos de disculpa, como diciendo: ¡He hecho lo mejor que pude!

Lo tiré, lo tiré, hasta quise patearlo. El caracol está herido. Estaba sudando, jadeando, arrastrándose hacia adelante... Es extraño, ¿por qué Dios quiso que sacara a pasear un caracol?

Dios. ¿Por qué? ¡El cielo está muy tranquilo! ¡Quizás Dios atrapó el caracol! ¡Está bien! Déjame ir. A Dios no le importa de todos modos, entonces, ¿qué me importa a mí? Deja que el caracol avance mientras yo me enfurruño detrás.

¿Eh? Huelo las flores, aquí hay un jardín. Sentí la brisa. ¡La brisa nocturna es tan suave y lenta! Escuché el canto de los pájaros, escuché el canto de los insectos y ¡vi cuán brillantes eran las estrellas en el cielo!

¿Eh? ¿Por qué no he tenido antes una experiencia tan delicada? De repente se me ocurrió. ¿Me equivoco? Fue Dios quien envió un caracol para llevarme a caminar.

Criar hijos es como sacar a pasear un caracol. Este es un proceso que requiere mucha paciencia. La ansiedad excesiva sólo alterará el ritmo de crecimiento del niño. ¡Espero que todos tengan el coraje de "reducir el ritmo"!