El Estocolmo inverso se ha convertido en un tema candente. ¿Cómo entender esta frase?
#ReverseStockholm, aquí viene
El síndrome de Estocolmo, efecto Estocolmo, también conocido como síndrome de Estocolmo o complejo de rehenes o síndrome de rehenes, se refiere al complejo que crea emociones en la víctima de un delito. delincuente e incluso ayuda al delincuente a su vez. Esta emoción hace que la víctima desarrolle una impresión favorable, dependa e incluso ayude al agresor.
El rehén desarrollará un sentimiento de dependencia psicológica respecto del secuestrador. Su vida y su muerte están controladas por los secuestradores, y están agradecidos con los secuestradores por dejarlos vivir. Luchan contra el destino de los secuestradores, consideran el futuro de los secuestradores como su propio futuro y consideran la seguridad de los secuestradores como su propia seguridad. Como resultado, adoptaron una actitud de "nosotros contra ellos" y consideraron a los salvadores como sus enemigos. ?
¿Cuál es la enfermedad opuesta? ¡El Estocolmo inverso es un tema candente estos días! !
El Síndrome del Caballo se originó a partir del caso del secuestro de la Embajada de Japón en Lima, capital del Perú, en 1996, en un banquete celebrado en la residencia del embajador de Japón en el Perú, Tupac Amaru, miembro del movimiento revolucionario. Los 14 militantes tomaron como rehenes a cientos de diplomáticos, funcionarios gubernamentales y militares y ejecutivos corporativos de muchos países.
Lo curioso es que unos días después de la crisis de los rehenes, los militantes liberaron a la mayoría de los rehenes, aparentemente ignorando la importancia de estas personas, incluido el futuro presidente de Perú y la actual presidenta. Después de meses de negociaciones fallidas, los otros rehenes restantes fueron finalmente liberados por comandos peruanos, pero uno fue asesinado.
El síndrome de Lima es un fenómeno en el que un prisionero rehén es asimilado por el rehén, se vuelve coherente con la posición del rehén y cambia su mentalidad agresiva. Al contrario del síndrome de Estocolmo, el secuestrador o el perpetrador simpatiza gradualmente con los deseos y necesidades del rehén o la víctima, y las posiciones de las dos partes tienden a ser consistentes.