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En primer lugar, exageran las funciones de los productos anunciados y engañan a los consumidores. En segundo lugar, algunos anuncios contienen contenido obsceno y causan contaminación mental. En tercer lugar, dañan gravemente la credibilidad empresarial porque los consumidores desconfían de las tiendas que venden estos artículos e incluso las consideran cómplices de los anunciantes.
Personalmente suelo desconfiar de cualquier publicidad, por lo que nunca me he dejado engañar. Sin embargo, algunas personas son crédulas y fáciles de engañar. Por tanto, en mi opinión, se deben tomar medidas eficaces para prohibir la publicidad engañosa y proteger los intereses de los consumidores. En primer lugar, todos los anuncios deben someterse a una revisión rigurosa por parte de las autoridades pertinentes antes de ser publicados. Además, quienes publiquen anuncios ilegales deben ser castigados severamente.
En definitiva, hay que eliminar la publicidad engañosa de nuestra sociedad