Los maestros de escuela primaria azotan a los niños.
La Oficina de Educación también estipula claramente que los niños no pueden ser castigados corporalmente, lo que implica palizas. Eso también significa que el maestro violó las reglas, pero no deben ser los padres los que deben decidir cómo castigar al maestro, sino la Oficina de Educación. Si se puede entender que los profesores pueden golpear a las personas cuando están enojadas, dichos profesores deben tener problemas de conducta, actuar impulsivamente o desahogar su ira, causando daño a los estudiantes, no sólo dolor físico, sino también sombras psicológicas.
Pero como padre, responder a la violencia con violencia también es una forma de resentimiento y no es aconsejable. Vivimos en una sociedad legal y hacemos todo lo posible para cumplir con las leyes y regulaciones morales. En el caso de los niños, si a un padre le gusta usar la violencia para combatir la violencia, el niño también aprenderá a usar la violencia para resolver problemas. Estos ejemplos sólo pueden colocar una bomba de tiempo para la sociedad. No estoy de acuerdo con este enfoque.
La inconfundible trilogía de “comunicación hogar-escuela”;
Primero, la orientación emocional antes que la comunicación. En primer lugar, el maestro es una persona común y corriente, no un dios ni un monstruo. Trátalo con una actitud normal.
En segundo lugar, aclarar el propósito de nuestra comunicación: esforzarnos por lograr un ambiente de aprendizaje relajado para los niños. Con estos dos puntos tenemos confianza y gol.
En tercer lugar, nosotros y los docentes somos aliados, no enemigos. Nuestros objetivos son los mismos, tanto para el mejor crecimiento de nuestros hijos.