La Red de Conocimientos Pedagógicos - Aprendizaje de japonés - La historia también es metafísica.

La historia también es metafísica.

La historia se ha convertido en una de las señas de identidad de la disciplina: cuanto mejor se comprende una época, más difícil resulta explicar por qué ocurrió este evento y no aquel.

La ley de hierro de la historia es que las cosas que parecen inevitables después no siempre son obvias en el momento.

Lo que hay que destacar en particular es que las cosas que tienen menos probabilidades de suceder en los tiempos contemporáneos son a menudo las que finalmente se hacen realidad.

Para muchas personas que quieren ver la inevitabilidad histórica, esta afirmación puede resultar un poco decepcionante. Admitir que la historia no es inevitable es admitir que el nacionalismo, el capitalismo y los derechos humanos son sólo coincidencias.

Sin embargo, la historia es tan confusa que no se puede explicar con firmeza ni predecir con certeza. Al mismo tiempo, existen muchas fuerzas que se influyen y restringen entre sí. Un pequeño cambio en una fuerza puede marcar una gran diferencia. Además, la historia es el llamado sistema caótico de "segundo orden". Los sistemas caóticos se dividen en dos niveles. El primer nivel de caos se refiere a "no cambiar debido a la predicción". Por ejemplo, el clima es un sistema caótico de primer orden.

En cuanto al sistema caótico de segundo orden, significa "cambiará bajo la influencia de la predicción", por lo que nunca se podrá predecir con precisión. Por ejemplo, el mercado es un sistema caótico de segundo orden. ¿Qué pasaría si desarrollamos un programa informático que pudiera predecir de forma completa y precisa el precio del petróleo mañana? Es concebible que los precios del petróleo fluctúen inmediatamente de acuerdo con esta predicción, y al final es imposible alcanzar la predicción.

Del mismo modo, la política también pertenece al sistema caótico de segundo orden. Las revoluciones son, por definición, impredecibles. Si realmente pudiéramos predecir una revolución, nunca se materializaría.

¿Cuál es el motivo? En 2010, algunos brillantes politólogos se asociaron con un experto en informática para desarrollar un algoritmo absolutamente preciso que afirmaba ser capaz de predecir si se produciría una revolución. Entonces, vendieron este servicio al presidente egipcio Mubarak a cambio de una gran suma de dinero, y le dijeron a Mubarak que predijeron que inevitablemente estallaría una revolución a gran escala en Egipto durante el próximo año. ¿Cómo reaccionaría Mubarak? Lo más probable es que inmediatamente reduzca los impuestos, utilice miles de millones de dólares para subsidiar a la gente y refuerce significativamente la fuerza de la policía secreta, por si acaso. Como resultado, todos estos medicamentos son efectivos. El año pasó rápidamente sin revolución. Es realmente sorprendente, ¿no? Entonces Mubarak exigió un reembolso. Él cree que los científicos son todos unos mentirosos. Los científicos argumentarán que es precisamente porque predijimos que la revolución no ocurrió.

Entonces, ¿por qué deberíamos estudiar historia? A diferencia de la física o la economía, el propósito de la historia no es hacer predicciones precisas. La razón por la que estudiamos historia no es para comprender el futuro, sino para ampliar nuestros horizontes. Comprender el momento presente no es “natural” ni inevitable. Las posibilidades para el futuro están mucho más allá de nuestra imaginación.