Las historias históricas sobre sonrisas pueden ser extranjeras o chinas.
No recuerdo los detalles, pero sí el esquema de la historia. Debería haber ocurrido cuando los nazis estaban desenfrenados. En aquella época vivían juntos judíos y alemanes. Un judío saludaba todos los días con una sonrisa a las tierras agrícolas alemanas. Al principio hizo oídos sordos, pero con el tiempo se acostumbró a este tipo de contacto, por lo que forzó una sonrisa y actuó de manera superficial. Al final, no supo si era superficial o habitual, pero cada vez que los judíos pasaban por sus tierras de cultivo. Todos deberían sonreírse unos a otros. Más tarde, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, los dos hombres tomaron caminos diferentes. Se encontraron de nuevo. Uno era prisionero de guerra y el otro un oficial alemán. En ese momento era responsable de decidir si los judíos vivían o morían. Irse era un callejón sin salida y lo enviarían al crematorio. Los derechos son una oportunidad para sobrevivir. Según los dictados de la teoría del genocidio, los judíos no tenían más remedio que morir. Pero cuando vio al oficial alemán, no supo qué era.
Al final, los judíos escaparon.