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¿Por qué Internet se ha convertido ahora en nuestro recurso de memoria externa?

La tendencia de compartir información a través de sistemas de memoria transactiva se desarrolló en un mundo de interacción cara a cara, donde el cerebro humano es la mejor herramienta para almacenar información. Sin embargo, ese mundo ya no existe. Con el desarrollo de Internet, el cerebro humano ha pasado de ser la fuerza principal a desempeñar un papel secundario.

Invitar a Siri en el iPhone a tu círculo social personal lo cambia todo. Nuestra investigación encontró que las personas ven Internet de la misma manera que ven a sus compañeros humanos que intercambian sistemas de memoria. Compartimos nuestros recuerdos con la "nube" con la misma facilidad con la que los compartimos con familiares, amigos o seres queridos. Por otro lado, Internet es diferente de su contraparte humana en los sistemas de memoria transactiva: la nube sabe más y puede recuperar información más rápido. Hoy en día, casi toda la información está fácilmente disponible con una búsqueda rápida en la web. Quizás Internet no sólo sustituya a otros como recursos de memoria externos, sino también a nuestras propias funciones cognitivas. Internet no sólo reduce la necesidad de compartir información con compañeros humanos, sino que también reduce el deseo de las personas de almacenar en la memoria cerebral las cosas importantes que acaban de aprender. Lo llamamos el "efecto Google".

Memoria, ¿directo al ordenador?

Un experimento reciente de nuestro equipo muestra que Internet ha comenzado a reemplazar a los amigos o familiares como compañeros de memoria diarios. Betsy Sparrow de la Universidad de Columbia, Wenxiu Liu de la Universidad de Wisconsin-Madison y Daniel M. Wegner, uno de los autores del artículo, hicieron que los sujetos ingresaran 40 datos falsos en una computadora (por ejemplo, "un avestruz tiene ojos más grandes que su cerebro"). En el experimento, a la mitad de los sujetos se le dijo que la información que ingresaron se almacenaría en la computadora, mientras que a la otra mitad se le dijo que la información se eliminaría. Además, a la mitad de los sujetos de cada grupo se les pidió que recordaran la información, independientemente de si se almacenaría o no en una computadora.

Descubrimos que el grupo de personas que creía que el ordenador almacenaba datos tenía un rendimiento de memoria deficiente. La gente parece pensar en las computadoras como el tipo de compañeros de memoria transactiva que comenzamos a estudiar hace décadas: distribuyen información a la nube en lugar de mantenerla en sus cerebros. Sorprendentemente, esta tendencia persistió incluso cuando a los sujetos se les pidió explícitamente que memorizaran información. Esta tendencia a utilizar recursos electrónicos para compartir información parece ser tan fuerte que las personas a menudo no recuerdan los detalles cuando un interlocutor electrónico está presente.