Reflexiones sobre pequeñas acciones en la clase de música de cuarto grado de primaria
Recuerdo que cuando entré por primera vez a la escuela, el director y el subdirector tenían grandes expectativas para mí. Mi estudio era aceptable, pero mi disciplina era problemática. Bajo la férrea disciplina y las estrictas reglas escolares de la escuela, cometí un error tan grave y la escuela debería castigarme severamente. No sé cuántas veces dije en voz alta, director, maestro, me equivoqué, me equivoqué. Mamá, papá, me equivoqué. Me equivoqué. Durante este medio mes, todavía me levantaba a tiempo todos los días, pensando que había estado viviendo en la escuela durante casi dos años. Siento un profundo cariño por la escuela. De ahora en adelante, debemos tener una nueva mirada sobre la escuela, no por el bien de la escuela, no por el grado, y no por el bien del maestro de clase. Ya sea en el estudio u otros aspectos, me exigiré estrictamente de acuerdo con las reglas de la escuela y aprovecharé esta oportunidad. Tomándolo como un punto de inflexión en mi vida, el maestro espera que nos convirtamos en los pilares de la sociedad, por lo que trabajaré más duro en la vida escolar futura, no solo para aprender lo que el maestro nos enseña, sino también para aprender cómo comportarnos.
Cometer tal error también fue un duro golpe para las expectativas de mis padres. Nuestros padres trabajan duro para ganar dinero para que podamos vivir una vida mejor que los demás, para que podamos dedicarnos a estudiar. Sin embargo, los errores que cometí fueron en contra de los deseos de mis padres y anularon sus esfuerzos. Me avergüenzo de esto.