La Red de Conocimientos Pedagógicos - Aprendizaje de inglés - Prosa antigua adecuada para que la recitan los estudiantes de primaria

Prosa antigua adecuada para que la recitan los estudiantes de primaria

1. Estudia de vez en cuando, ¿verdad? ¿No es genial tener amigos que vienen de lejos? ¿No es una persona completamente moral? Aunque la gente no le preste atención, no le molesta.

Nota: ¡Me alegro de poder estudiar y practicar a tiempo! ¿No es genial tener amigos que vienen de lejos? No me quejo de que los demás no me comprendan. ¡Yo también soy un caballero!

2. Un caballero no tiene suficiente para comer, es respetuoso de las leyes, sensible a las cosas y cauteloso al hablar. Se puede decir que tiene muchas ganas de aprender.

Explicación: Una persona moral y conocedora no codicia la satisfacción de la comida y la comodidad de una habitación (no se centra en la comida y el alojamiento), sino que se esfuerza por ser ahorrativa y prudente, y busca consejo de personas morales y conocedoras. Al hacer esto, se puede decir que es una persona diligente y estudiosa.

3.Saber es saber, no saber es no saber y saber es hacer.

Explicación: Saber significa saber, no saber significa no saber. Este es el verdadero conocimiento.

Aprender sin pensar es un desperdicio, pensar sin aprender es un peligro.

Explicación: Si simplemente lees sin pensar, te sentirás confundido y no ganarás nada; si simplemente sueñas sin estudiar mucho, te agotarás mentalmente y no ganarás nada.

5. Revisar el pasado y aprender lo nuevo puede servirnos de maestro. (Revisa el pasado y aprende lo nuevo)

Explicación: Revisar conocimientos antiguos puede aprender cosas nuevas y puedes convertirte en un maestro con esto.

6. Nueve de cada diez veces estás decidido a aprender. Te sitúas a los treinta, no te confundes a los cuarenta, conoces el destino a los cincuenta, escuchas a los sesenta, actúas a los setenta. y no violas las reglas.

Explicación: Empecé a estudiar a los quince años y puedo destacarme en la sociedad a los treinta. Cuando tenía cuarenta años, me volví sensato y dejé de pensar en las cosas cuando sucedieron. Cuando tenía cincuenta años, comprendí la verdad del destino. A los sesenta años puedo escuchar diferentes opiniones. A los setenta años tengo la libertad de hacer lo que quiera sin salirme de las reglas.