Una composición de 450 palabras para la cuarta unidad del Volumen 2 del libro de texto de chino de cuarto grado para estudiantes de primaria.
Por casualidad vi una foto antigua tan preocupante. Esta es la escena real fotografiada por los periodistas cuando los invasores japoneses bombardearon la estación de tren sur de Shanghai el 28 de agosto de 1937: pasos elevados rotos, casas derrumbadas y ladrillos y tejas rotas esparcidas por todas partes. En las retorcidas vías del tren, un niño pequeño vestido con harapos lloraba. Este desastre sin precedentes ha dejado a la gente con un dolor inolvidable.
Ese día, la estación de trenes Sur de Shanghai estaba abarrotada de gente, como de costumbre. ¿Quién podría haber esperado que la muerte llegara tan silenciosamente? De repente, una sirena estridente sonó en el cielo. Lo que está pasando antes de que la gente se despierte, el repentino avión enemigo ya está sobrevolando. Una bomba despiadada cayó del cielo y humo "boom-boom-" estaba por todas partes. Gritos, llantos y carreras estaban todos conectados. Las casas volaron por los aires y la gente, aterrorizada, cayó en charcos de sangre. En un instante, toda la estación de tren quedó en ruinas. Había cadáveres por todas partes y ríos de sangre. Fue terrible.
"Mamá, ¿qué te pasa? Papá, me temo..." En este silencio sepulcral, de repente llegó el llanto de un niño pequeño. Se sentó en las ruinas, mirando con ojos asustados, con el rostro cubierto de polvo, y siguió llamando a sus padres. De repente, una voz débil vino desde lo más profundo de las ruinas: "Ven aquí, niño". Cuando el niño escuchó esto, corrió al lado de su madre. Vi a la madre tocar suavemente la cabeza del pequeño y decirle: "Hijo, tienes que vivir fuerte..." Antes de terminar de hablar, cerró los ojos y se quedó dormida. El pequeño empujó fuerte a su madre, pero fue en vano, abrió la boca y rompió a llorar. Este llanto fue tan triste e impotente que fue desgarrador escucharlo...
Más tarde, el niño fue acogido y criado por una persona amable. Cuando creció, este pequeño niño se convirtió en soldado, defendiendo a su país y sirviendo a su patria.
Mirando esta vieja foto, mi corazón se llena de resentimiento. ¿Fue simplemente una estación de tren que pisotearon los invasores japoneses? ¿Cuánta evidencia dejaron en suelo chino? Destruyeron familias felices y convirtieron a niños inocentes en huérfanos sin el cuidado de sus padres...
La guerra es cruel, despiadada y terrible. Hoy en día, aunque nuestros niños chinos viven en un entorno pacífico, el mundo no es pacífico. Muchas zonas todavía están llenas del humo de la guerra y las balas malignas amenazan la delicada "Flor de la Paz". ¡Debemos mantener la paz, detener la guerra y hacer del mundo de mañana un verdadero hogar para la humanidad lleno de sol, flores y amor!