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Valor del entrenador

Aunque no animamos a los formadores corporativos a realizar análisis detallados, es obvio que un formador exitoso requiere un cierto grado de autoconciencia y autoaceptación. Cuanto mayor sea nuestra autoconciencia, más opciones y libertad tendremos. Como cualquier otro trabajo de "ayudar" a los demás, es importante ser consciente de lo que nos motiva.

Los formadores pueden ser conscientes de las necesidades de desarrollo de los participantes, animarlos a identificarse con sus propios sentimientos y valores y esforzarse por alcanzar sus objetivos más elevados, pero no pueden obligar a los participantes a hacer cosas que ellos no pueden o no hacen. Quiero hacer en la vida y en el trabajo. Los formadores exitosos pueden estimular la motivación intrínseca de los participantes y su propio potencial de desarrollo, permitiéndoles superar cualquier obstáculo y limitación que obstaculice su crecimiento, al tiempo que alientan y motivan a aquellos que dudan y no tienen éxito a asumir riesgos y construir una red de seguridad.

Los formadores corporativos deben ser accesibles, amigables y dignos de confianza. Deben estar dispuestos a ayudar a otros, impartir conocimientos, expresar plenamente sus pensamientos y establecer buenas habilidades de gestión con las instituciones de formación, los estudiantes y los departamentos participantes.

A diferencia de los formadores que tienen un horario de cursos fijo, los horarios de formación son flexibles. Los formadores y participantes trabajan juntos para identificar prioridades y objetivos y desarrollar planes de acción para lograr cambios de comportamiento. Pero este cronograma no es fijo. Los excelentes capacitadores corporativos pueden ajustar el cronograma y realizar capacitación "extracurricular" para satisfacer las diferentes necesidades de las personas.

Un formador debe tener amplias habilidades interpersonales y de comunicación, empatizar con los alumnos e identificarse y comprender su visión del mundo, sus valores, su visión de la vida y sus sueños. Además de eso, los capacitadores también deben estar dispuestos a comunicarse con franqueza, identificando claramente el comportamiento no deseado, y no tener demasiado miedo a la resistencia de los participantes ni preocuparse por avergonzarlos o no agradarles.

¿Cómo logramos una meta o cambiamos un comportamiento? ¿Cómo responderán los participantes a las nuevas ideas? Formación significa acción. La autoconciencia, el autoanálisis y el insight suceden en acción. Como entrenador, no te quedes en el estado en el que acabas de empezar a entrenar ni te quedes estancado por el miedo a tus emociones y objetivos. Un buen formador puede mantener motivados a los participantes mientras identifica qué es lo que los bloquea y los hace ineficaces.

El cambio a veces es doloroso e, independientemente del resultado final, los participantes tienden a resistirse al cambio por miedo a perder algo en el proceso. La formación tiene que ver con el desarrollo, el crecimiento y el cambio. La concentración y la perseverancia mostradas por el formador, así como el control para centrarse en los objetivos y planes de acción, conducirán en última instancia a los cambios de comportamiento deseados y duraderos.

La formación no es una panacea que funcione para todos. Es posible que algunas personas no sean aptas para aprender y cambiar. En este momento, un entrenador puede no ser el método más eficaz para ellos. Ningún entrenador puede hacerlo todo. Por tanto, un buen entrenador debe ser consciente de sus propias capacidades y limitaciones, esforzarse por ser específico y dominar dos o tres materias. De ninguna manera es omnipotente.

Los formadores deben recopilar información sobre las necesidades de los alumnos y realizar una evaluación de las necesidades antes de la formación. Un buen formador debe poseer cualidades especiales que le permitan utilizar la información de la evaluación de forma más creativa, diagnosticar los problemas de los alumnos o proponer soluciones interesantes. Estas cualidades son la capacidad de aplicar la teoría a entornos prácticos, la capacidad de proporcionar creativamente nuevas ideas y perspectivas y la capacidad de resolver problemas de manera única y novedosa.

Los formadores no sólo venden productos intangibles, también se venden a sí mismos. En un entorno de mercado cada vez más competitivo, cuando las personas eligen un formador, no sólo deben considerar si el formador puede explicar claramente la necesidad y los beneficios especiales de sus proyectos de formación, sino también la calidad de los servicios que pueden proporcionar. Para promocionarse con éxito y tener éxito en los negocios, un formador debe tener las siguientes cualidades: dedicación y un fuerte deseo de triunfar, gran confianza en sí mismo y en lo que ofrece, la capacidad de ser un pionero y la capacidad de hacer cosas. sucede, entusiasmo contagioso por la formación, confianza para hacerlo bien, energía para completar las tareas, resiliencia y determinación ante el rechazo, voluntad de asumir nuevos riesgos y desafíos y entrar en territorios desconocidos, desafiándose constantemente a sí mismos y animándolos a desarrollar nuevos y más exitosos Espíritu innovador en las estrategias de ventas y afán competitivo para captar nuevos negocios.

Como formador en la nueva era, especialmente en el mundo actual "orientado a las personas", debes tener las cualidades anteriores. Para aumentar las posibilidades de éxito en este campo empresarial, debe poner a prueba sus cualidades y descubrir sus fortalezas y debilidades.