Crecer en la competencia y volar en el fracaso.
En el mundo biológico, la competencia está en todas partes y debemos aprender a crecer en competencia.
En el reino animal, sólo la competencia puede obtener alimento; en el reino vegetal, sólo la competencia puede obtener lluvia y rocío en nuestras vidas, sólo la competencia puede tener éxito.
He sido un niño que tenía miedo de la competencia desde que era niño. Sin mencionar algunas competencias grandes, no me atrevía a participar ni siquiera en algunas competencias pequeñas en la clase. No fue hasta segundo grado que mi madre empezó a buscar oportunidades para capacitarme. La primera vez que participé en un concurso fue en el concurso de recitación de poesía organizado por la escuela el Día de la Madre de ese año. Llevo mucho tiempo preparándome para esta competición. Memoricé el manuscrito de memoria y mis movimientos y expresiones estaban bien preparados. Pero había una cosa que a mi madre y a mí nos preocupaba mucho: mi miedo a la competencia. Efectivamente, el día de la competencia, tan pronto como entré al lugar, mi corazón latía violentamente, el sudor de mi cabeza seguía goteando, mis manos estaban cubiertas de sudor e incluso temblaba de nerviosismo. A primera vista me tocó a mí, pero mi nerviosismo no disminuyó en absoluto. Cuando subí al escenario, los jueces me miraron amablemente. No estaba nada nervioso y pronuncié mi discurso con calma. Aunque no gané el premio esa vez, pasé de tener miedo a la competencia a poder adaptarme durante la competencia, lo cual es mucho más importante para mí que ganar el premio. Jugaré cada vez mejor en los próximos partidos. Al crecer en la competencia, entiendo que no hay necesidad de estar nervioso por la competencia.
También existen concursos de aprendizaje, que en realidad son exámenes. Nunca he tenido miedo de los exámenes desde que era niña, pero cuando entré a la escuela secundaria, tenía miedo de los exámenes todos los días. Empecé a llorar muy fuerte. Lloraría si no terminara el examen porque no tenía suficiente tiempo y lloraría si los resultados de mi examen no fueran satisfactorios. Los profesores y los padres me animaron y me dijeron que los exámenes son en realidad una especie de competición. No tengas miedo de este juego y no te desanimes si lo pierdes. Mis compañeros y amigos me influyeron. Son tan fuertes en la competencia que no están orgullosos de sus éxitos ni desanimados por sus fracasos. Bajo esta influencia, poco a poco dejé de llorar por perder el juego. Al crecer en la competencia, entiendo que la competencia no cree en las lágrimas cuando se crece.
La creciente competencia es como las innumerables estrellas en el cielo nocturno; la competencia es como el arco iris que adorna el cielo después de la lluvia. La competencia por esta oportunidad espera a todos; todos pueden bailar en este escenario. No creo en las lágrimas en la competición. No necesito estar nervioso durante los juegos. Crecí compitiendo...