Profesor de historia, lo sabes todo desde la antigüedad hasta la actualidad.
Tus sinceras enseñanzas se han convertido en la sabiduría de mi corazón, la sangre en mi pecho y el código de conducta... Gracias por tu cuidadoso cultivo.
Entre el momento y la regla, lamenté la geometría de la vida, con mi corazón como centro, círculo a círculo, describiendo el mundo de los melocotones y las ciruelas. Sé que soy un rayo y donde quiera que vaya, tú eres mi punto de partida.