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Deseos de prosa de celebridades

La luna es tan fría como un espejo plateado, salpicada de estrellas, y tan quieta como el agua tranquila. Miro en silencio el cielo estrellado, esperando pacientemente la llegada de la lluvia de meteoritos Leónidas. Escuché una leyenda de un anciano que dice que mientras le pidas un deseo sincero a una estrella fugaz, la estrella fugaz te ayudará a conseguirlo. Al pensar en esta leyenda, no puedo evitar pensar en todos los deseos que pedí...

Cuando estaba en el jardín de infantes, quería comer dulces todos los días. Casi todos los días, después de la escuela, molestaba a mi madre para que comprara dulces. También fantaseaba con tener una "casa de dulces", lo cual se convirtió en mi deseo. Este deseo es muy inocente, pero muy dulce, porque la niña que fantasea con la "casa de dulces" después de todo solo tiene cinco años.

Los engranajes del tiempo siguen girando y los dulces deseos poco a poco se vuelven insípidos. Cuando tenía diez años, era una niña de tercer grado de la escuela secundaria. Recuerdo que cuando supe que había donado una piscina a la "Madre de Occidente", tuve otro deseo. La esperanza es que todos los habitantes de Occidente tengan acceso al agua lo antes posible. Cogí una pequeña caja y corrí a la oficina de correos para transferir el dinero. Pensé que tener dinero haría realidad mis deseos. Una vez pedí el deseo de poder tener mucho dinero para cumplir todos mis deseos... Este deseo fue "genial". De esta manera, mi dulce deseo fue reemplazado por un "gran" deseo, y crecí en esta alternancia.

Los engranajes del tiempo siguen girando y las cuatro estaciones: primavera, verano, otoño e invierno parecen pasar en un instante. Ahora que tengo doce años, ya no añoro una "casa de dulces" ni fantaseo con tener mucho dinero. Mi deseo actual es estudiar mucho y entrar a una escuela secundaria prestigiosa. Este deseo es muy realista y maduro, porque ya tengo doce años y sé utilizar el conocimiento para cambiar mi destino.

Los engranajes del tiempo seguirán girando sin cesar. Quizás en la vejez los deseos hayan vuelto a cambiar. Tal vez quiero que mi vejez sea pacífica, tal vez quiero que mis hijos sean felices. Es imposible saberlo. Pero entiendo que mis deseos cambian con la rotación de los engranajes del tiempo, y también crezco con los cambios de deseos, de un niño ignorante a la persona que soy ahora.

De repente, una estrella fugaz cruzó el cielo nocturno. Suavemente le pedí un deseo: que mi impetuoso corazón se refinara y sublimara en el océano del conocimiento. Sé que después de pedir este deseo, he vuelto a crecer.