¿Cómo escribir tus pensamientos después de leer La niña de los fósforos 400 palabras?
Después de leer el texto "La pequeña cerillera", mi estado de ánimo era como altibajos de olas, y no pude calmarme por mucho tiempo. Sentí que el país capitalista era demasiado odioso. Este texto fue escrito por Andersen, el gran escritor danés de cuentos de hadas. Expone profundamente los males del país capitalista y expresa una profunda simpatía por la desgracia de la niña.
La noche de Navidad, los ricos se reunían alegremente en sus casas para celebrar la festividad. Algunos cantaban y bailaban alrededor del árbol de Navidad, algunos estaban sentados a la mesa del comedor comiendo deliciosas comidas y algunos niños estaban acurrucados en los brazos de sus padres, riendo y actuando con coquetería. En una noche festiva, ¿quién desafiaría el frío y saldría a comprar cerillas? Pero aquella pobre niña, con la cabeza descubierta y vestida con ropas raídas, en la calle fría y oscura, parecía decir: Quien compre mis cerillas, por favor compre mis cerillas... ¿No quiere pasar las vacaciones en casa? ¿No quiere ser feliz? Para ser honesta, tenía muchas ganas de hacerlo, pero no pudo hacerlo. Debido a que su madre falleció y su padre no tenía trabajo, tuvo que depender de ella para ganar unos dólares vendiendo cerillas. Su destino fue realmente miserable.
La pequeña no vendió una cerilla y no ganó dinero, por lo que no volvió a casa porque su casa estaba tan fría y hambrienta como la calle. En medio del hambre y el frío, sólo podía sentarse en la esquina de un edificio alto y encender una cerilla tras otra. A la tenue luz del fuego, le pareció ver una gran estufa con mangos de cobre, un fragante pollo asado y un hermoso árbol de Navidad. Cuando leí esto, me sentí muy triste por la "felicidad" de la niña. Pero en un país capitalista es imposible que los hijos de los trabajadores sean felices. Como resultado, las ilusiones de la niña fueron borradas una y otra vez, y su "felicidad" también se fue volando sin dejar rastro. Finalmente, encendió un puñado de cerillas, con la esperanza de conservar a su amada abuela. Pero en el capitalismo pecaminoso, ni siquiera este poquito de amor se deja en manos de la pobre cerillera. Temprano a la mañana siguiente, la niña estaba sentada en un rincón, con las mejillas sonrojadas y la boca sonriendo. Estaba muerta, congelada hasta la víspera del Año Nuevo del año pasado. Al leer esto, las lágrimas corrieron por mis mejillas.
Siento mucha simpatía por la trágica experiencia de la pequeña cerillera y odio aún más el capitalismo. Miremos de nuevo a nuestra China socialista. Los niños y jóvenes visten ropa elegante, comen comidas deliciosas, viven en habitaciones cómodas y pueden llevar mochilas y aprender conocimientos en aulas luminosas todos los días. ¡Estoy muy orgulloso de vivir una vida socialista!