La Red de Conocimientos Pedagógicos - Aprendizaje de redacción de artículos/tesis - Tres argumentos a favor del ensayo argumentativo de la luz amarilla

Tres argumentos a favor del ensayo argumentativo de la luz amarilla

Recuerdo que cuando era pequeña, mi madre me enseñó a cantar la canción sobre los semáforos: "Para en el semáforo en rojo, sigue en el semáforo en verde". Desde pequeña tengo miedo de cruzar la calle. Siempre tengo que comprobar si el semáforo al lado de la carretera está en verde antes de atreverme a cruzar la calle. Si el semáforo está en rojo, no cruzaré la calle aunque no haya ningún coche en la distancia. Ahora ya no tengo miedo de cruzar la calle, pero la frase "detente en el semáforo en rojo, continúa en el semáforo en verde" todavía está en mi mente, cruce la calle o no.

Si realmente hay un semáforo en mi corazón, mi madre es como un reparador de semáforos. Cuando mi semáforo se rompió, ella usó sus amables palabras para arreglarlo. Recuerdo que una vez mi madre "bloqueó" mi computadora para dejarme estudiar. Por supuesto que me negué, pero fue una lucha intrépida y no pude vencer a mi madre. ¿Pero cómo podría simplemente dejarlo pasar? Sólo aprovecho la ausencia de mi madre para jugar juegos de computadora. Es un poco arriesgado, pero vale la pena para mi computadora. Al principio, era como una rata furtiva, alerta cuando escuchaba el más mínimo movimiento. Pero luego me volví cada vez más valiente. Subí el volumen de la computadora, no presté atención a los sonidos del exterior y simplemente disfruté tranquilamente de la diversión que me brindaba. De repente, estuvo cerca. El sonido de la llave llegó a mis oídos y comencé a pensar que había oído mal. Pero entonces la puerta se abrió y mamá regresó. No tuve tiempo de apagar la computadora, así que la apagué sin pensar. Sin embargo, mi negocio quedó expuesto y la "revolución informática" terminó. Frente a mi madre, me quedé sin palabras. Me quedé en silencio, mirando al suelo, suspirando, pensando que esta vez lo mío había terminado. De repente me sentí peor que si me regañaran, así que en silencio decidí dejar que el semáforo se encendiera nuevamente.

No sé si ha pasado mucho tiempo, es solo una escena confusa, pero siempre recuerdo el semáforo y no me atrevo a olvidarlo. En la sociedad actual lo que le falta a la gente es establecer un semáforo en su corazón. Algunas personas no saben qué hacer y qué no hacer, y otras incluso saben qué no hacer, pero aun así tienen que correr riesgos para obtener un beneficio inmediato. Al igual que mirar el auto que tenían delante en la carretera, el semáforo también le advirtió que no cruzara la calle. Los que tienen suerte acabarán muriendo. No podía culpar a nadie más que a su propia perseverancia por causar el desastre catastrófico. Si tuvieran un semáforo en mente, este no sería el caso.

Necesitamos un semáforo en nuestro corazón, un semáforo que nos indique cómo afrontar la vida.