La batalla entre el lóbulo frontal y la amígdala
Cuando estaba charlando con mis colegas ese día, una niña dijo casualmente que cada vez que tenía algo que decirle, encendía su teléfono para consultar el mercado de valores. Si el mercado de valores no es bueno, ella se convencerá a sí misma e inmediatamente abandonará la idea de encontrarlo.
Me sorprendió escuchar eso.
Siempre que nos veamos afectados por el entorno, estaremos emocionalmente inestables y frustrados. A los ojos de los demás, ¿no somos como esos animales salvajes que sonríen y gritan para matar gente a cada paso? Primitivos y bárbaros, no parece que la gente moderna tenga la inteligencia y la racionalidad.
Pero a veces, realmente no puedes controlarte. Todo el mundo tiene esta experiencia.
Tan pronto como me emocioné, sentí como si diez mil bestias corrieran salvajemente en mi pecho, aplastando todo a mi alrededor en minutos, y nadie podía detenerme.
Este impulso proviene de la amígdala, una parte relativamente desarrollada y antigua del cerebro humano. La amígdala gobierna los deseos e impulsos primitivos de las personas y constituye el subconsciente de la persona (también llamado subconsciente o inconsciente).
Lo que puede inhibir la amígdala es la corteza prefrontal humana, que proporciona la base material para el pensamiento racional y es la fuente de la conciencia humana y el libre albedrío.
Debido al desarrollo tardío y a las grandes pérdidas, la corteza prefrontal humana suele ser muy delgada y frágil. Cuando controlamos nuestras emociones, reprimimos nuestros deseos, pensamos racionalmente y tomamos decisiones, la corteza prefrontal lucha con la amígdala. Cada una de esas peleas consumirá en gran medida la energía mental de las personas (también conocida como fuerza de voluntad).
Para ayudar al lóbulo prefrontal a "entrenar" la amígdala y conservar energía en la mayor medida posible, debemos realizar una "práctica deliberada" desde los dos aspectos siguientes:
Uno es utilizar el lóbulo frontal para monitorear la amígdala, es decir, primero inconsciente y luego consciente. Por ejemplo, la meditación permite que la amígdala se desarrolle y en el cerebro surgen diversas emociones. No emites juicios, sólo observas y poco a poco descubres tu subconsciente. Otro ejemplo es grabar. Registre lo que piensa y hace todos los días en forma de texto, audio y video, y luego concéntrese en un período de tiempo fijo para la reflexión consciente.
La segunda es dejar que el lóbulo frontal haga planes para la amígdala, es decir, primero consciente y luego inconsciente. Por ejemplo, primero tome una decisión racional mediante un análisis racional, luego oblíguese a practicarla conscientemente e internalice lentamente el pensamiento y el comportamiento correctos en tendencias inconscientes. O, antes de que suceda algo importante, dedúcelo conscientemente en tu mente, imagina varias posibilidades y planifica el camino correcto.
Poco a poco, podremos entrenar nuestro cerebro para que sea tan racional y preciso como las computadoras, y nuestra corteza prefrontal se expandirá enormemente. Esta ventaja intelectual puede incluso expresarse en genes o memes (es decir, en forma de genes culturales). a la próxima generación.
Algunas ganas de que llegue.