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Debate sobre la nostalgia y el resentimiento

Ella es un árbol de hoja perenne en mi vida, no importa el viento o la lluvia, ella todavía florece en mi vida. Ella es un narciso en mi vida, todavía fragante en mi corazón. Ella es el hospital de despedida de mi vida, que todavía me espera después de todas las dificultades. Ella llenó mis noches de insomnio, llenó mi corazón solitario e indefenso y empapó mis lágrimas transparentes. Ella es la nostalgia que perdura día y noche.

La juventud juvenil se encuentra dispersa en la pintoresca ciudad. Corrí arriba y abajo por el camino de piedra cubierto de musgo hasta los dieciocho años. Ella es un río que fluye silenciosamente a mi lado. Pasé de la ignorancia a la madurez. El tiempo es como un reloj de arena insomne, que me falta poco a poco, de forma irreversible. Mi paraíso es mi ciudad natal. El hermoso paisaje aquí nutre mi mente cargada, el canto de los pájaros y la fragancia de las flores calman mi cuerpo demacrado, y los peces y camarones aquí calman mi pánico inquietante. Crecí aquí. Me habló del mundo de la verdad, la bondad y la belleza, donde las personas trabajadoras y sencillas, los cuidados sinceros y los saludos atentos son como el sol naciente al amanecer, llenos de esperanza. Me alimenté del agua y la tierra de mi ciudad natal para quedar impecable y crecer feliz.

Sin embargo, nada de esto me impidió añorar el mundo exterior.

Ese día, cogí mi bolso y decidí marcharme.

En el momento en que me fui, miré esta antigua ciudad y por primera vez descubrí su deterioro. Los recuerdos de mi crecimiento están sellados aquí y mi corazón se estremece. No podía soportar rendirme, pero después de todo tenía que irme. Soy demasiado joven y tengo sueños que nunca se detendrán.

Así que tomé mi bolso y caminé por el largo desierto como un camello. Estar deprimido y deprimido no enterró mi confianza en mí mismo interior. Estoy listo y estoy tratando de integrarme al mundo exterior. Su colorida vida una vez me despertó curiosidad. Intento dejarme demorar. Tuve cuidado en cada paso que di, mirando hacia adelante y hacia atrás, por miedo a destruirme accidentalmente. Poco a poco me fui desilusionando. Sus sonrisas me parecieron irreales y sus palabras sin intención.

Empecé a extrañar mi ciudad natal, su pureza y claridad.

Extraño el calor que sentí cuando ella era un bebé.

Quiero volver a casa, quiero dejar aquí el ruido y la falsedad, quiero volver a mi hogar. No quiero experimentar la tristeza de "mirar hacia arriba, encontré que había luz de luna, y al hundirme de nuevo, de repente pensé en casa". No quiero experimentar la frustración de “los niños no se conocen, pero sonríen y preguntan de dónde son los turistas”. No quiero experimentar la tristeza de "el sol se pone por el oeste y la gente desconsolada está en el fin del mundo". Sólo quiero estar de vuelta en sus brazos y ser gentil.

Nostalgia, mi nostalgia del “puentecito y agua que corre”, una nostalgia profunda.