Lele es una composición de pistacho para sexto grado.
¿Qué? ¿No lo crees? Bien, ¡déjame darte algunos ejemplos simples!
No sabe cuándo aprendió a quejarse.
Esa tarde, cuando Lele gateaba por la casa como de costumbre, rompió accidentalmente un cuenco pequeño. El tío Pa escuchó el sonido del cuenco rompiéndose y se apresuró. Si no escuchas qué mano rompe el cuenco, apégate a ella. Lele pareció esconder su mano derecha detrás de su espalda, pero luego la estiró. El tío lo vio y tocó suavemente la manita regordeta de Lele. ¡Los ojos de Lele están rojos, su boca hace pucheros y puede colgar varias botellas de aceite! Se quejó - se quejó - como si se quejara de su tío. Entonces Lele corrió hacia su tía. Mi tía se angustió cuando vio a Lele. Sostuvo a Lele en sus brazos y le susurró: Lele, no llores, no llores. ¿Quién te acosó? Dile a tu madre. Lele extendió su manita regordeta, señaló a su tío y dijo hit-hit-ja... ja... todos se inclinaron de risa. Lele miró a todos y sonrió dulcemente, dejando al descubierto sus dos hoyuelos, lo cual era realmente entrañable.
Desde que el abuelo llevó a Lele a jugar en los columpios del parque, Lele sostenía el dedo meñique de su tío con su manita todos los días al mediodía, caminaba hacia la puerta como un pingüino, señalaba la puerta y digamos, cara (afuera). En este momento nos reiremos. A veces, su bondadosa abuela lo llevaba al parque a jugar. En este momento, Lele gritará de alegría.
Lele tiene buena memoria. El primer día del año nuevo, Lele vio los fuegos artificiales en el cielo. Eran muy novedosos y se quedó mirándolos. Mi tía lo vio y le dijo a Lele: Fuegos artificiales, bang, bang, bang en el cielo, ¡qué bonitos son! Al día siguiente, mi hermana le preguntó a Lele, ¿cómo suena el sonido de los fuegos artificiales en el cielo? Bang, bang. Lele respondió. Jajajaja... todos se echaron a reír.
¿Crees que Lele es el pistacho de nuestra familia?