El peine más caro del mundo tiene cientos de años.
A mediados del siglo XIX, Pearson, que vivía en Yorkshire, al norte de Inglaterra, se mudó a Londres y trabajó en una fábrica de procesamiento de lana a vapor en el este de Londres. Además de su trabajo, Pearson se unió a un taller de fabricación de peines. En aquella época todos los peines eran hechos a mano.
Pearson inventó la taladradora automática para acelerar el proceso de producción de peines. Por este motivo, Pearson ganó una medalla de plata en la Exposición Internacional Británica de Invenciones de 1885, lo que también le permitió ir cada vez más lejos en el camino de la fabricación de peines.
El espíritu innovador de Pearson ciertamente no termina ahí. Asimismo, en 1885 aplicó por primera vez el concepto de un cojín de goma inflable a un peine, pero esta tecnología no se materializó hasta 1905 gracias a continuas mejoras y todavía se utiliza en la actualidad.