Un toque de prosa clásica atemporal.
Cuando estás en casa y abres las ventanas norte y sur, se forma una convección fría. Finalmente me decidí a abrir el paquete de manuscritos que no había abierto durante mucho tiempo en esta tarde tranquila y buscar algunos fragmentos en el tiempo de vuelo. Sé que no soy una persona cuidadosa. Siempre soy cauteloso al desembalar, por miedo a perderme esos pequeños detalles y la belleza si no tengo cuidado.
Esos membretes comunes y corrientes de color amarillo llevan el paso del tiempo. Filas de hermosas fuentes, como una pieza de jade puro, simples y dignas. En este punto, el humo del pasado se está despegando capa por capa y el pasado es tan real como siempre. Me pareció escuchar los consejos y enseñanzas del anciano padre, que me inspiraron y tocaron mis ojos.
Cuando abrí suavemente los manuscritos y libros atados con un viejo alambre de hierro, parecían estar mohosos y la escritura escrita con el bolígrafo estaba borrosa por la humedad. La mayoría de estas palabras que registran el paso de los años están escritas en papel blanco, sin prefijos ni cuadrículas. La letra es pulcra y muy infantil. Cada página habla de años normales, de toda la ligereza y la ignorancia, y de algunas frases jóvenes y desordenadas, que dejan clara la inocencia de los años fugaces de un vistazo. En ese momento me sentí profundamente conmovido.
Casualmente abrió una abultada bolsa sellada a su lado. La parte inferior de la bolsa tenía la Unidad de la Fuerza Aérea 86658 impresa en fuente Song. La mayor parte del texto que contiene es el manuscrito original que envié al suplemento del periódico. En esta bolsa descolorida vi rostros familiares, vicisitudes de la vida en el norte y huellas profundas y superficiales. Viajaron a través del tiempo y el espacio respectivamente, permitiéndome ver la verdad del paso de los años. Esos pequeños recuerdos, en esta tarde tranquila, están llenos de una especie de fragancia y nostalgia. El corazón débil del reloj de arena de la juventud se transforma en la relativa eternidad en lo profundo del alma en las flores fugaces. Esas emociones desordenadas, esas emociones que una vez brotaron, han sido pulidas y redondeadas por las olas fugaces.
La mayoría de las cartas se guardan en bolsas de plástico opacas. No sé por qué, pero algunas de las cartas no fueron enviadas y luego se fueron desvaneciendo gradualmente. Algunas amistades fugaces quedan varadas con los años, y finalmente se esconden en un rincón del corazón y poco a poco se vuelven polvorientas. También hay algunas cartas que recibí. Aunque los estilos de papelería son diferentes, los personajes son todos muy particulares y la mayoría de ellos están grabados en lo profundo del corazón. Estas palabras están llenas de mis anhelos y expectativas. Algunos membretes también están marcados con las palabras: Respondido el X, mes, X, año.
Las letras son una acumulación de estados de ánimo, un flujo de pensamientos, que no tienen nada que ver con la calidad de las palabras y la belleza de las fuentes, sino una especie de armonía e integración espiritual. Algunos tienen más de mil palabras, pero no son demasiado complicados ni largos. Algunos son indiferentes y sencillos en pocas palabras. Porque se trata de una especie de expectativa mutua y colisión espiritual mutua.
Cae el crepúsculo y el sol poniente brilla oblicuamente. Hay más gente disfrutando del frescor al aire libre. Estoy pensando: contando el pasado fugaz, ¿cuántos fragmentos nos pueden conmover? En esos atardeceres entre nubes, ¿cuántas personas están obsesionadas con las fragantes flores y la tinta condensada en la pluma? Esas infinitas emociones siempre caerán a tu alcance, dejando palabras desarraigadas en la fría pantalla. ¿Cuántas personas pueden saborear seriamente esos sueños y sueños, y qué pasa con los viejos tiempos?
El pasado es como el agua. Cuando de repente miro hacia atrás, todo lo de ayer ha sido depositado apresuradamente en fragmentos tangibles o intangibles de la vida. Tal vez el pasado sea como el humo, tal vez hayan pasado los años, tal vez el pensamiento se haya desvanecido, tal vez las cosas hayan cambiado, tal vez las cosas hayan cambiado, tal vez las cosas hayan cambiado, y después de todo, todos somos mensajeros indefensos. Sin embargo, cuando esas sencillas palabras son inequívocas, dejan una impresión clara. Esos estados de ánimo poéticos y pintorescos, y las palabras suaves y jadeantes que siempre fluyen, se fusionan en una corriente fugaz. La vida es tan maravillosa y rica.