Ensayo sobre el café en terrones de azúcar
El café es realmente amargo, tan amargo que puede romper mi anhelo por él día tras día, año tras año, tan amargo que mi garganta se vuelve dulce y mis lágrimas me rompen el corazón. Especialmente en la oscuridad, este café es desgarrador y amargo, como si quisiera dispararme a esta oscuridad libre, como si golpeara el suelo.
Pensé que esta taza de café, oh, o esa taza de café, estaba en silencio, pero estaba conectada a mí. La amargura de nuestros productos, la fragancia que olemos, el calor hirviente que llevamos y la frialdad de nuestros tiempos siempre han sido la totalidad de la vida. Sin embargo, después de beber todo el café, siempre queda un vacío insostenible.
Mi amigo dijo, ¿por qué no le agregas terrones de azúcar a tu café? Los terrones de azúcar son cuadrados, de forma dura, de color limpio, no pegajosos, no atraen insectos, no son dulces ni tienen sabor. Como caballeros, trabajamos juntos para salvarnos. Siempre he admirado a un caballero así, pero es un poco dulce y el amargor del café puede resultar difícil de aceptar.
La civilización comienza con la experimentación. Intenté arrojar un terrón de azúcar al interminable agua amarga.
Una flauta vibra en Changchuan. El viento aúlla y hay muchos barrancos. Pero el sonido de la flauta está grabado en la memoria de este loess. Deja que las arenas movedizas se muevan, deja que las montañas y los ríos cambien de forma, nunca me moveré, observando todas las vicisitudes de la vida. Resulta que el sufrimiento no lo es todo y la fragancia no es el objetivo. La disolución de un trozo de azúcar, el dulzor y el fuerte amargor se dispararon, impactando mis entumecidas papilas gustativas. De repente me di cuenta de que el dolor persistente y el anhelo de fragancia eran demasiado fáciles. Era tan sencillo que olvidé cómo saborear una taza de café. Casi lo olvido, tomar café no es para lograr un propósito determinado. Amargo pero fragante, sin un terrón de azúcar, este corazón bebedor de café ha olvidado cómo sentirse cómodo.
El café hay que disolverlo en terrones de azúcar para conseguir su sabor. Sólo cuando el oyente tenga la intención de decirlo sabrá lo que quiere decir. Quizás un terrón de azúcar sea suficiente para entender estos miles de días y noches de café. Quizás estos miles de millones de jóvenes que mueren apresuradamente sólo necesiten una taza de café para ser compatibles.