El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se habló por primera vez a principios del siglo XX. En 1902, un médico llamado George Steele, interesado en las enfermedades infantiles, publicó un artículo relacionado en Londres. Descubrió que algunos niños parecían incapaces de parar, eran propensos a sufrir cambios de humor y, a menudo, se metían en problemas. Las principales características del TDAH son la falta de atención, la hiperactividad y la impulsividad, pero estos síntomas muchas veces les dificultan seguir reglas o mantener un rendimiento fijo. El Dr. Steel cree que estos niños "tienen anomalías en el control motor". Escribió un artículo sobre este tema y lo publicó en el British Medical Journal. El Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM) publicado por la Asociación Estadounidense de Psicología describió por primera vez el TDAH en 1980, llamándolo "hiperactividad anormal en la infancia". Después de muchas revisiones por parte de académicos relevantes, finalmente nació el término "trastorno por déficit de atención con hiperactividad", y sus síntomas y especificaciones diagnósticas se han vuelto cada vez más claros. El último Manual Diagnóstico de Trastornos Mentales (DSM-IV), cuarta edición, divide el TDAH en tres tipos diferentes: falta de atención, hiperactividad y falta de atención con hiperactividad. En el DSM-IV, el déficit de atención y la hiperactividad/impulsividad tienen cada uno 9 síntomas, y se puede diagnosticar un diagnóstico si se cumplen más de 6 síntomas. Además, cada síntoma debe ocurrir en más de un entorno, como la escuela y el hogar. Otras condiciones incluyen que se deben observar síntomas relevantes antes de los 7 años y que no existen otros factores psicológicos. El uso de imágenes por resonancia magnética (MRI) y exploraciones funcionales (FMRI, que pueden analizar el flujo sanguíneo en el cerebro) puede ayudarnos a comprender las diferencias en la estructura y función del cerebro entre personas con TDAH y personas normales. El dato más consistente hasta el momento es una reducción en el tamaño del cerebelo medio (el vermis, ubicado en la parte inferior posterior del cerebro) y de la región del mesencéfalo, que incluye parte del tronco encefálico.
En el pasado, pensábamos que el TDAH estaba relacionado con el lóbulo prefrontal del cerebro. Sin embargo, de hecho, la mayoría de las personas con TDAH lo hacen porque el cerebelo no funciona correctamente. En los últimos 20 años, se ha descubierto que las personas con hipoplasia cerebelosa también presentan síntomas de TDAH. Las exploraciones funcionales también han encontrado una actividad cerebelosa baja en personas con TDAH.
Una investigación de la Universidad de Harvard en Estados Unidos encontró que Ritalin (el fármaco más recetado) puede aumentar la actividad en áreas del cerebelo con baja actividad en pacientes con TDAH. También sabemos que el TDAH no ocurre solo, sino que a menudo ocurre en combinación con dislexia, dificultades de coordinación del desarrollo e incluso autismo. Esto sugiere que la disfunción en múltiples áreas del cerebro o en una sola área afecta la integración y conectividad de múltiples áreas. Existen algunos estudios independientes que respaldan estos diagnósticos, que en realidad son causados por la función cerebelosa.