Las tres etapas de seguridad independiente en la gestión de tpm son
1. Prevención de fallas
En la etapa de prevención de fallas, se anima a los empleados a participar en las actividades diarias de inspección y mantenimiento de los equipos. Necesitan limpiar, lubricar, apretar, ajustar y reemplazar periódicamente las piezas desgastadas del equipo. Esto ayuda a detectar posibles problemas a tiempo y tomar las medidas adecuadas para evitar fallas en el equipo.
La prevención de fallas también puede utilizar medios técnicos como sensores y sistemas de monitoreo para monitorear el estado de los equipos en tiempo real y proporcionar análisis de datos para ayudar a predecir posibles fallas y tomar medidas preventivas de manera oportuna.
A través de la prevención de fallas, se puede reducir la tasa de fallas de los equipos, se puede mejorar la eficiencia operativa de los equipos, se puede extender la vida útil de los equipos y, en última instancia, el propósito de reducir los costos de mantenimiento y mejorar la eficiencia de producción. y se puede lograr calidad.
2. Entrenamiento de la capacidad de mantenimiento
El entrenamiento de la capacidad de mantenimiento es la segunda etapa de la preservación independiente. En esta etapa, los empleados deben recibir capacitación relevante para mejorar su comprensión y habilidades en el mantenimiento de equipos. El contenido de la capacitación puede incluir los principios básicos del equipo, identificación y resolución de fallas comunes, uso de herramientas y técnicas de mantenimiento, etc.
Esta capacitación está diseñada para permitir a los empleados realizar tareas de mantenimiento de equipos más complejas y resolver fallas de equipos de manera rápida y efectiva. Al mejorar las capacidades de mantenimiento de sus empleados, puede reducir su dependencia del personal de mantenimiento profesional, acelerar el tiempo de resolución de problemas y aumentar la disponibilidad del equipo.
3. Responsabilidades de los operadores de equipos
Las responsabilidades de los operadores de equipos son la tercera etapa de la preservación autónoma. En esta etapa, a los empleados se les asignan mayores responsabilidades y se les pide que participen activamente en el mantenimiento y gestión del equipo. Deben verificar periódicamente el estado de los equipos y registrar datos relevantes, informar situaciones anormales de manera oportuna y hacer sugerencias de mejora de manera proactiva.
Además, deben ser responsables del correcto funcionamiento del equipo, cumplir con los procedimientos operativos y garantizar que el equipo esté funcionando en condiciones normales de trabajo. Al mejorar el sentido de responsabilidad e iniciativa de los empleados, se pueden descubrir problemas potenciales a tiempo y se pueden tomar las medidas correspondientes para evitar fallas en los equipos e interrupciones en la producción.